Do not surrender

Las rodillas se hunden donde apoyas cada día tus pies. Donde cada segundo te inspiras hasta alcanzar lo que anhelas antes de caer. No caeré, te dices. No. No. No. El valor que te recorre es indescriptiblemente inmenso. Pensamiento hacia algo que amas te hace seguir, una y otra vez, sin caer. Continuas al estar por algo, estar por alguien que te perfuma el ser a cada paso, evitándote caer. Donde más de un par de manos te sostienen cuando tu pecho va directo a hundirse en el corazón de la tierra. Seguir, continuar, crecer y aprender. Pero nunca dejarse vencer por aquella cobardía que en ti se esconde, por ese disperso vaho que intenta hundirte. Sensaciones tan felices son las que te recorren que ni la pereza ni el abandono, ni el pesimismo combaten a tus más dulces sensaciones. El horizonte esta allí y el sol sale de nuevo cada vez, mostrando su curvada y aguda sonrisa naranja sin decir adiós a nuestra compañía  Más tu, ¿caerás? Combate ese intento de descansar que se convierte en la perfecta excusa de la rendición. allí, están la ambición, el valor, el honor, la autoestima que la elevas tan alto que tras estar exhausto te elevas una vez más, para poner fe en lo que crees, para alcanzar lo que tu siempre quisiste.

Porque es la esencia de hombres fuertes. Porque es la fuerza que expulsamos en forma de sangre y sudor, de gritos ahogados, susurros internos y pensamientos que nos invaden al decirnos a nosotros mismos: no te rindas.

Nunca.