EnglishFrench German Spain Italian DutchRussian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

domingo, 4 de agosto de 2013

Nuestra verdad


Quisimos bailar, entre tanta ignorancia, entre tantas falacias, que nos llenaban el corazón. Tanto tiempo escondido en esa madriguera, esperando a que el lince se fuese cuando salga el sol. Jugábamos a ser felices, fingíamos sonreír entre tanta tristeza, intentando tocar el cielo con las manos. Creíamos ser los amos del mundo, los héroes de alguna doncella en apuros; soñamos en hacernos mayores, en sufrir con nuestro primer amor, que nos embaucaba con besos suaves como el algodón.
Nunca nos parábamos a pensar en el porqué de la vida que alguien nos dio, nunca quisimos buscar una razón por la que vivíamos, nunca aprendimos cómo amar. A veces, guardábamos sueños en un suspiro, manteníamos la mirada fija en lo alto, preguntándonos que habría detrás de esas nubes. Pero siempre, siempre nos manteníamos en nuestro pequeño mundillo, fijos en nuestro ser; el egoísmo que nos corroía por dentro no nos importaba, aunque sabíamos que estaba allí. La humildad desapareció de niños, aunque la inocencia la conservamos, como un apreciado tesoro que cerramos con llave en nuestra alma.
Años pasaron, sin mirar a atrás, sin preguntarnos de donde veníamos. Pero, llegó un punto en el que la razón llego fuertemente, el ariete de la lógica y el amor golpeo con tanta violencia la puerta de nuestro corazón, que lo abrió, bruscamente. Y así fue como vino, la responsabilidad de buscar el porqué de una vida tan fructífera, tan llena de gracias inmerecidas, repleta de amor que nos rodeaba. Y lloramos. Al frente de esa alegría y de esa rabia contenida por no habernos dado cuenta antes, de donde estábamos, de cual era nuestro propósito.

Así fue como encontramos, tú y yo la verdad absoluta. El porqué, cuando, donde, como, y cuanto de nuestra vida. Amar al que nos la dio. Amar a tanta perfección, a tanta pureza, que nuestro ser, sería tan insignificante como un grano de arena en este pequeño mundo.
Y nos preguntamos: ¿Y por qué nos damos cuenta, ahora, tras estos años? Pero fue retórica la respuesta: el ejemplo de los que viven en Él. Crecimos rodeados de pequeños personajes que nutrían nuestra vida sin darnos cuenta, cada palabra, cada gesto, cada abrazo, cada beso. Y tras eso, venia la admiración, el increíble resentimiento de haber escondido nuestras mentes, nuestra alma y corazón en tantas cosas malas, el arrepentimiento y tras ello las gracias.

Nos quedamos sin habla, las lágrimas recorrían las mejillas hasta nuestros labios, que no podían moverse, al encontrar el mismísimo centro puro de la vida. Como un torrente de agua fría, chocó en nosotros la felicidad. Esa felicidad, que trajo la alegría por ser acogidos por alguien que tanto nos ama, pero también la pena por haber fallado, una, y otra, y otra vez. Da igual, nos dijimos, nos queda una vida entera para devolver con amor, lo que con amor nos dieron. Empecemos a  servir, nos dijimos. Pero con humildad, humildad absoluta en nosotros, cueste lo que cueste. Y ahora, por lo menos, asomamos el hocico por el comienzo de la madriguera, sintiendo el sol en la cara; ahora me proponen bailar al paso de increíbles sonrisas, sin mentiras.

Y podrás pensar: ¿que nos importa lo que vosotros vivisteis?, cuantas tonterías te caben en un folio, o quizás: niño incrédulo, no tienes ni idea de nada.

Yo te responderé en mi ignorancia pero en mi felicidad: yo por lo menos encontré, y amé la verdad, y me recompensó con felicidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Blogs recomendables

Titulo de la entrada Titulo de la entrada Titulo de la entrada Titulo de la entrada
¡Recomienda este blog!